
Un repaso a los candidatos inscritos en la plataforma electoral del JNE, con la finalidad de participar en las elecciones internas de sus organizaciones políticas, genera dudas, preocupación e incertidumbre. La preocupación salta a la vista: de las listas ganadoras saldrán los candidatos oficiales que se inscriban ante el propio JNE para las elecciones regionales y locales del próximo 02 de octubre de 2022.
Lo primero a señalar, casi con seguridad, es que ningún partido de alcance nacional ganará el gobierno regional, ni las municipalidades provinciales más importantes de la región. Lo segundo, previsible, por cierto, es que el partido de gobierno, Perú Libre, será borrado del mapa electoral regional, no habiendo presencia de la izquierda organizada en las diferentes circunscripciones territoriales. Juntos por el Perú, pese a postular en Lucanas, no tiene presencia en Ayacucho, y el Nuevo Perú, debido a su no inscripción formal, no participa orgánicamente en la contienda electoral.
De las 10 listas presentadas para las elecciones internas al gobierno regional, sólo 4 tienen reales posibilidades de alcanzar la meta: el “Agua”, el “Pico”, “Gana Ayacucho” y el movimiento regional que postula a Wilfredo Oscorima, sobre quien pesa graves acusaciones de corrupción, siendo el más emblemático el proceso que afronta en el denominado caso “el Club de la Construcción”. Algunos sostienen, basándose en la fortaleza financiera del candidato, que Oscorima ganará sin mayores complicaciones; yo sostengo, en cambio, lo contrario. Las graves deficiencias de su candidatura pueden pasarle la factura y traerse abajo su anhelo de llegar, por tercera vez, al sillón regional.
Si mañana fueran las elecciones, las 2 organizaciones con mayores posibilidades de llegar a una segunda vuelta serían el “Agua” y el “Pico”. Advierto que la única variable que sustenta mi hipótesis, obviamente preliminar, son los candidatos que acompañan a las candidaturas regionales y con posibilidades se sumar votos, aunque el escenario nos muestra también a candidatos que van a restar. Oscorima comete 2 errores garrafales: a) que sólo él, y nadie más que él, puede ganar la gobernación, sin el concurso de sus candidatos provinciales; b) que, para el propósito anterior, el elector ayacuchano realizará una votación cruzada, de modo tal que sea favorecido.
Naturalmente, faltan 05 meses para la elección y lo que realmente va a definir la votación será la estrategia de campaña electoral, el rol de los voceros, el gabinete de asesores, el manejo de medios, los lineamientos programáticos y el desenvolvimiento y actuación de los propios candidatos durante la campaña. Sin embargo, a pesar de que el escenario puede cambiar radicalmente en los próximos meses, conviene plantear una primera aproximación evidenciando las virtudes y falencias de los 4 candidatos que tienen opciones de llegar a una segunda vuelta:
Pabel Bellido, cabeza del “Agua”, es el único que después de las elecciones regionales anteriores ha venido haciendo un permanente trabajo de base, construyendo y fortaleciendo su organización, mapeando a sus potenciales candidatos, sumando aliados importantes en el sector rural y urbano. El haber sido alcalde de Paras y de Cangallo le otorga manejo político de su movimiento y decisión partidaria. El resultado obtenido en la elección pasada, sin organización propia, echado injustamente del “Musuq Ñan”, desconocido en el contexto regional urbano, sobrepasó sus expectativas.

En comparación a sus contrincantes, podría decirse a groso modo que Bellido tiene mejores candidatos provinciales. En Huanta, Ernesto Valdez, Belisario López, Carlos Cárdenas, van a sumarle votos; en San Juan Bautista (Wilmer Prado) y Andrés A. Cáceres (Edwin Gavilán) lo acompañan candidatos con reconocimiento y experiencia electoral. Su gran debilidad, sin duda, es su candidato a la provincia de Huamanga, debilidad que pudo compensar con candidatos invitados a la Consejería por Huamanga.
El “Pico” tiene como cabeza a Renol Pichardo, con poca decisión en la organización (pues no es fundador de la misma) y escasa representatividad en la región, sobre todo en Huamanga. Posee cierta experiencia política al haber sido alcalde de Santillana y Huanta. Entre sus fortalezas, destacan sus candidatos provinciales como Pavel Torres en Huamanga, pero con débiles candidatos a la consejería, y Edwin Bustíos en Huanta, este último otrora alcalde de dicha provincia y hoy con escaso trabajo político activo.

En “GANA Ayacucho”, Richard Prado encabeza la lista. El haber quedado segundo en la elección anterior, el poseer mayor dominio temático que sus contrincantes, y contar con cierto reconocimiento en el sector urbano de Ayacucho, juegan a su favor; no obstante, Prado no es dueño de la organización política y por tanto no decide orgánicamente. Ello explica porqué en la provincia de Huamanga postula Martinelli, otrora alcalde provincial cuya gestión fue deficiente y con serios cuestionamientos. Es más, como teniente alcalde lleva al dueño de Gana Ayacucho, José Urquizo Maggia, un personaje seriamente cuestionado, que no tiene arraigo con Huamanga, aliado del entonces gobernador Oscorima y que brilló por su ausencia cuando fue Congresista.

Los candidatos de Gana Ayacucho en Huanta (Omer Sinchitullo, ex alcalde de Llochegua) y en la Mar son más débiles que los candidatos del “Agua” y del “Pico”. Prado, al igual que Pabel Bellido y Renol Pichardo, pudo potenciar Huamanga con fuertes candidatos a la Consejería; lamentablemente, no lo hizo.
Wilfredo Oscorima, por su lado, tiene cuentas pendientes con la justicia, pero además está rodeado de un entorno incapaz. Ahí están los Pillaca, los Quintero, los De la Cruz, los Berríos y Loayzas. Sólo faltan los Huacotos, los Palomino, los Sosa, los Cappelletti, entre otros tantos que fueron sus más cercanos colaboradores. La mayor fortaleza de Oscorima son los recursos que va a utilizar para su campaña, en tanto que sus grandes debilidades se resumen en: a) carece de voceros y asesores capaces y profesionalizados; b) no es dueño de la organización política, sino arrendatario de una marca que le pertenece a la cuestionada Esperanza Rojas; c) no tiene buenos candidatos provinciales, excepto Heysen Anaya en La Mar; d) ninguno de sus candidatos a consejeros tiene trayectoria política conocida; e) su decisión de candidatear ha sido tardía, inoportuna y desacertada.

Adicionalmente, existen pugnas internas en la organización de Oscorima, lo que explica que en Huamanga haya 2 listas en disputa, en tanto que, en Carmen Alto, 3 listas. Asimismo, puede ser tachado, toda vez que no se habría afiliado a su organización hasta el 05 de enero de 2022. En Huanta lo acompaña Walter Quintero, quien fue, según RPP, su “compañero de celda” en el penal de Cachiche. En Huamanga, están en disputa Loayza (a quien no lo conocen más allá de los límites de Mollepata y Huascaura) y el periodista Ledesma, quien no tiene trayectoria política y cree que la TV local le otorga un gran reconocimiento y aceptación social. Ledesma ha olvidado deliberadamente el desastroso ochenio de Oscorima, plagado de serios indicios de corrupción.
Así está por ahora el panorama electoral en Ayacucho. Si el grueso de candidatos se mantiene, y muchos se inscriben oficialmente para participar en las elecciones regionales próximas, uno o más voceros estratégicos, un adecuado plan de gobierno regional, así como un equipo de campaña eficaz, serán determinantes para ganar la elección. Sobre este componente clave, no se conoce hasta hoy quién o quiénes acompañan a Pabel Bellido, Renol Pichardo y Richard Prado.
En cualquier caso, si detrás de un candidato hay un buen asesor político, la candidatura obtiene un valor agregado; y si el candidato no tiene antecedentes penales ni judiciales, y no afronta procesos judiciales vigentes, estamos ante una candidatura potente que puede atraer votos de un electorado informado y volátil.