Revista Libertad, 24 de setiembre, 2021 (Perú)
Murió Abimael Guzmán, líder de la organización senderista del Perú, a los 86 años de edad, a las 6 de la mañana, aproximadamente, el 11 de setiembre del 2021, en la base naval, en la que cumplía cadena perpetua desde 1992. Así dio a conocer el propio centro de detención en un comunicado que hizo público el Instituto Nacional Penitenciario de Perú (INPE) en su cuenta de Twitter.
Manuel Rubén Abimael Guzmán Reinoso nació en Mollendo, el 3 de diciembre de 1934. también conocido por el sobrenombre de “Gonzalo”. Fue un profesor de filosofía en la Universidad Nacional San Cristóbal de Huamanga, en los años 60. Hay quienes decían que lo conocían con el apelativo de “champú, porque lavaba el cerebro”.
Guzmán fue fundador y máximo líder del Partido Comunista del Perú (Sendero Luminoso), fundado en 1970, el cual dio inicio al conflicto armado interno (1980-2000). Sendero Luminoso es considerado una organización terrorista por el Estado peruano. Denunciado por cargos de terrorismo, fue capturado el 12 de septiembre de 1992 en Lima, en una residencia del distrito de Surquillo, mediante un operativo ejecutado por el Grupo Especial de Inteligencia (GEIN) de la Dirección Nacional contra el Terrorismo (DIRCOTE), comandado por el general ketín Vidal, de la Policía Nacional del Perú.
Soy un demócrata y un partidario de la libertad y los derechos humanos. Nada justifica la violación de los derechos humanos y las libertades de una persona sea cual fuere su ideología o sus actos. Condeno cualquier acto de terrorismo sea de izquierda o de derecha; pero, como demócrata, conocedor del derecho, tengo el deber de defender los derechos de las personas más allá de mis discrepancias con ellas, como dice Javier Valle Riestra; más aún, para evitar que esa violación de los derechos constituya un peligro de que, bajo el pretexto del combate al terrorismo, pueda extenderse a cualquier ciudadano no senderista, que haga uso de su libertad de credo, de pensamiento y de protesta.

El líder senderista fue sentenciado por delitos de terrorismo por un tribunal militar sin rostro de la dictadura fujimontesinista a cadena perpetua. Esa sentencia fue anulada en 2003 por el Tribunal Constitucional, durante el gobierno de Toledo, que consideró inconstitucionales varios decretos presidenciales que autorizaban la ejecución de juicios secretos y abusivos, que violaban los derechos humanos esenciales.
Sin embargo, la dictadura de Fujimori cumplió con el acuerdo a que habían llegado Guzmán y Fujimori, relacionado a concederle pírricos derechos carcelarios a aquél. Pero, como asegura Gustavo Gorriti, Director de IDL-Reporteros, tras la caída del gobierno de Fujimori, todos estos mínimos beneficios fueron recortados por los gobiernos “democráticos” a partir del año 2000. Los “demócratas” como Toledo, García, Humala, Kuczynki, Vizcarra y Sagasti, fueron responsables de ello, endurecieron las medidas carcelarias para el preso senderista.
Así que, como afirma Gorriti, los gobiernos “democráticos”, en clara violación de los derechos humanos, sometieron mucho peor a Abimael Guzmán a una prisión espantosa en la Base Naval que constituyó una tortura de la que también habría sido responsable la Marina de Guerra del Perú-igualmente involucrado en actos terroristas en los 70- y el gobierno peruano. Por citar lo menos, hay quienes dicen que, a Guzmán, el gobierno de Ollanta Humala, a través de su Ministro del Interior José Luis Pérez Guadalupe, le había impuesto medidas penitenciarias mucho más duras en su mazmorra por demás infra humana y criminal. Esa mazmorra es un cubículo muy pequeño como para volverse loco, con puerta y pared de acero tipo bóveda, donde dormía el senderista a quien-muy a pesar de su ancianidad-, según Elena Iparraguirre, la esposa de aquél, hace 3 años, el gobierno de Kuczynski y el de Vizcarra, etc. le habían privado del derecho de verla, y del derecho a un abogado-ya que todos sus abogados habían sido encarcelados por el gobierno, a través de la “operación Olimpo”-, entre otros. Esto le habría causado a Guzmán una profunda pena y agravado su enfermedad que soportó durante 29 años, lo que habría acelerado su muerte. Incluso la esposa denunció que se había planificado esa muerte.
Mientras que, al dictador Alberto Fujimori –a quien también se le ha denunciado de violar los derechos humanos y de cometer actos terroristas-, los gobiernos “democráticos” le concedieron privilegios a saber: una cárcel dorada en la DIROES, con jardín, sala, cocina, comedor, ducha, biblioteca, televisor y un dormitorio decente; con frecuentes visitas y reuniones, incluido llamadas telefónicas continuas, entre otros privilegios escandalosos.

Eso no es todo. Iparraguirre denunció que continuó el ensañamiento y venganza incluso con el cadáver de Guzmán por parte del gobierno, el Congreso y el Ministerio Público, presionados por los grupos de poder de derecha extremistas. En efecto, las declaraciones autoritarias y macartistas del Ministro de Justicia, Aníbal Torres, confirmaron esa denuncia, en el sentido de que el gobierno peruano le negaría la entrega del cadáver del líder senderista a su esposa, y de que, por el contrario, en clara violación de las normas constitucionales, lo cremarían, y cuyas cenizas las arrojarían al mar, bajo el pretexto de evitar que su mausoleo sea parte de una peregrinación. Y amenazó de encarcelar a cualquier colectivo que hiciera una manifestación en apoyo al cadáver, bajo el pretexto de apología del terrorismo.
Era obvio que el Ministro bravucón había hecho esas funestas declaraciones, presionado por sectores fachistas y extremistas de la ultraderecha fujimontesinista, que, sedientos de golpe de Estado, sólo les ha interesado buscar venganza, sin importarles la polarización del país, sin respetar los protocolos, los derechos humanos y constitucionales a una sepultura digna de todo ser humano. Sin respetar tampoco los tratados internacionales en materia de derechos humanos.
De manera que el Congreso cada vez más bárbaro, violó los derechos humanos, votando por la ley de la cremación para no devolverle el cadáver a su esposa, bajo la estúpida excusa o temor de que la gente o sus seguidores haría un culto a ese cadáver en su mausoleo cuyas ideas prenderían en la cabeza de aquéllos. Una superstición paranoica.
A propósito del cadáver, Augusto Álvarez Rodrich, columnista del diario La República, citó la frase del poema de César Vallejo: “El cadáver, ¡hay! siguió muriendo”. Juristas y abogados nacionales e internacionales, habían pedido en vano al gobierno peruano la entrega del cadáver del líder terrorista a su esposa o familiares.
Hay quienes dicen que Torres -al igual que el fiscal y el Congreso- viola las normas constitucionales cuando se trata de obedecer a un grupo extremista de golpistas, que lo único que busca es aprovechar la situación para seguir terruqueando y tomar palacio de gobierno. Torres se envalentona pisoteando los derechos de los familiares de un anciano fallecido, por orden de sus mandamases. No se comporta como un Ministro demócrata de Justicia de un país civilizado, sino como un sumiso sicario judicial y carcelero por encargo.

Antes, el Ministro de Justicia decía que la ley se debía cumplir y aplicarse a todos, pero tal parece que, en este caso, la ley no debe cumplirse, sino violarse. Esta actitud autoritaria del Ministro se explicaría también por sus vinculaciones con la dictadura de Fujimori en los años 90, quien formó parte de la Comisión interventora de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos por órdenes de Fujimori y Montesinos. Esto último explica también que Torres no haya trasladado hasta ahora al dictador Fujimori a una cárcel de máxima seguridad.
Sin embargo, Gustavo Gorriti nos hace recordar también que esa ultraderecha fujimontesinista heredera de la dictadura, que ahora pide guerra, sangre y golpe, y ordena que se creme el cadáver, no protestó rabiosa y ruidosamente como ahora, cuando Abimael Guzmán, convencido por Vladimiro Montesinos, “buscó negociar con el entonces recientemente golpista Alberto Fujimori un “acuerdo de paz”(Fuente: IDL-Reporteros: https://www.idl-reporteros.pe/la-muerte-de-gonzalo/)
En ese sentido, según Gorriti, Guzmán “escribió al dictador Fujimori en junio y luego en septiembre de 1993, un año después de su captura”, para dialogar sobre ‘un acuerdo de paz’ cuya aplicación llevaría a concluir la guerra que vivía el país. “Con esa carta, Guzmán renunciaba posiciones defendidas agresivamente a lo largo de los años”.
La negociación tuvo resultados concretos en beneficio de Fujimori como la rendición de quienes no habían abandonado las armas, y, “sobre todo, rendición formal de Sendero Luminoso, petición de perdón al país por el inmenso daño ocasionado y juramento de no intentar volver jamás a la vía de las armas”.
El país ya está pacificado, en esa lógica, Guzmán y demás senderistas ya no han sido un peligro para el país ni para el gobierno. Por ello, es absurdo y jalado de los pelos que, si el cadáver del líder senderista hubiere sido enterrado en un cementerio, habría revivido el senderismo violento. Sólo los dementes hasta la histeria y el fundamentalismo como los fujimontesinistas, APP, AP y otros movimientos de derecha, siguen reviviendo el fantasma del terrorismo que ya no existe. Creen estúpidamente que el alma de Guzmán- desde su tumba y el cielo- seguirá dirigiendo a sus seguidores, considerando que sus seguidores son materialistas, no creen en esos ritos religiosos.
Isaac Bigio, reconocido politólogo a nivel internacional, llega a afirmar incluso que la estúpida y paranoica élite peruana de derecha, cometió un grave error, en la medida en que, lejos de eliminar para siempre el culto a Guzmán por sus seguidores senderistas, ha victimizado a aquél, convirtiéndolo en un mártir, en un nuevo Túpac Amaru, al negarle el cadáver a sus familiares (Fuente: Revista Hildebrandt, viernes 17 de setiembre-2021. Año 12. Nro. 557).

Por otro lado, los fujimontesinistas y compinches están desesperados de que ya no podrán hacer psicosociales, porque ya murió Guzmán. Ya no pueden utilizarlo para sus objetivos abyectos. Y a la señora K no le ha convenido que Guzmán haya muerto, pues él era útil para sus objetivos electorales; pero también para la derecha que aquélla representa, que lo ha utilizado con el objeto de anestesiar a la gente y perseguir cualquier movimiento social o acto de protesta social que exigiera al gobierno la satisfacción de sus reivindicaciones, y seguir teniendo hegemonía con el objeto de asegurar sus latrocinios en el Poder.
En consecuencia, esa desesperación de cremar refleja que la derecha ha perdido la guerra ideológica contra Sendero, y cree que cremando el cadáver y evitando su entierro, lo va a derrotar. Para ganar una guerra ideológica, no es necesario cremar el cadáver, sino cremar las ideas con las ideas.
En tanto, Gorriti está de acuerdo con un sistema civilizado, menos con un sistema despótico y de barbarie, que el Congreso naranja está instaurando al apropiarse del cadáver que no le pertenece y que el ejecutivo apoya eso. El Congreso y compañía había decidido que el cadáver debía ser cremado. El director de IDL-Reporteros manifiesta que el gobierno de Castillo debió permitir que el cadáver fuera entregado a la esposa. “Por las razones básicas de humanidad que ellos no tuvieron-dice Gorriti-; debe permitirse a su esposa, Elena Iparraguirre, velar su cadáver y despedir con él las cenizas de aquella supuesta guerra prolongada”. Y Gorriti agrega: “Castillo debe demostrar que sus promesas de cambio no son mera palabrería, debe hacer cumplir la ley y no dejarse avasallar por la turbamulta ultraderechista”(Fuente: IDL-Reporteros: https://www.idl-reporteros.pe/la-muerte-de-gonzalo/)
Sin embargo, Castillo terminó peor que los caviares, rematando al cadáver al firmar la ley inconstitucional emitido por el Congreso, de cremar el cadáver y negárselo a la esposa. Y el cadáver ¡hay! siguió muriendo por dos semanas en la morgue. Y Castillo y compañía podrían ser denunciados por ello. Castillo perdió la oportunidad de demostrarle al pueblo -que votó por él-, generosidad, autoridad y justicia, que había prometido en campaña.
Ahora estamos convencido de que la actitud nefasta del Ministro de Justicia, sin lugar a duda, tuvo la anuencia del Presidente Castillo quien tembló de miedo en hacer cumplir la ley.
Como dice Álvarez Rodrich, negarles el cadáver a sus familiares habla de por sí del carácter incivilizado y dictatorial del sistema peruano. “Hasta el cadáver de un asesino como Abimael debe tener final respetuoso-dice Alvarez-, no porque lo merezca un criminal que no dudó en matar, sino porque eso habla bien del sistema institucional”.
Se ha denunciado a Sendero de ser una organización genocida perversamente odiosa y despiadada con sus enemigos, eso es cierto ¿No es lo mismo lo que hace la ultraderecha fujimontesinista al negarle el cadáver del senderista a su esposa? Peor aún, los marinos como Jorge Montoya y José Cueto, etc., han propuesto que incluso se cremen los cadáveres de todos los presos senderistas del penal cuando mueran, y faltó que propongan una ley para cremar también a todos los que piensan como demócratas, liberales socialistas y comunistas, que no piensen como fujimoristas. Esos dementes y desquiciados marinos han demostrado ser bárbaros, inclusive enemigos de los principios cristianos. No tienen mucho menos la hidalguía ni la nobleza de Grau quien fue generoso con el prisionero enemigo al respetar sus derechos humanos. Grau incluso salvó la vida del enemigo chileno o naufrago rendido y entregó el cadáver de otro enemigo chileno a sus familiares. En cambio, a aquellos vergonzosos marinos peruanos no les ha bastado rematar de varios balazos con la cremación al cadáver de su propio compatriota, que en vida sufrió prisión torturante.
Estos actos deplorables demuestran que los fujimontesinistas y compañía han devenido hordas incivilizadas, y reflejan el terrorismo de la derecha, contrario a los principios democráticos. “La diferencia entre el terrorista que quiere dinamitar el sistema-escribe Álvarez Rodrich, en La República- y los que pretenden defender sus fundamentos es el respeto a la ley y a las normas de civilización. Y los que supuestamente defienden el sistema democrático son los que no respetan la ley” (Fuente: Diario La República: https://larepublica.pe/opinion/2021/09/17/el-cadaver-ay-siguio-muriendo-por-augusto-alvarez-rodrich/). Todo esto es un escándalo mundial, que, en el bicentenario, nos coloca en el mundo como un vergonzoso país bárbaro e incivilizado. Es vergonzoso e Increíble que el Perú haya retrocedido a los años de la Colonia española del siglo XVI, y a los tiempos de la Alemania nazy.
El odio sólo genera odio. Con el tiempo, los enemigos de los fujimoristas podrían hacer lo propio con el cadáver del dictador Alberto Fujimori, acusado de genocida y terrorista. El Congreso podría emitir otra norma para que el cadáver del dictador también sea cremado, cuyas cenizas sean arrojadas al fondo del mar, y se reprima las manifestaciones en favor del terrorista Fujimori por apología del terrorismo.

Se ha decidido cremar el cadáver de Guzmán y arrojarlo al fondo del Mar sin entregárselo a la esposa, por parte del Ejecutivo, el Ministro de Justicia, la fiscalía y el Congreso, cuya sentencia no se inspira en la ley, sino en un sentimiento de la población fujimontesinista y demás políticos de ultraderecha y hasta de los que se dicen demócratas, que exigen: “sangre, muerte a los enemigos del pueblo, cremación del cadáver del terrorista”. Finalmente, yo estaba terminando este artículo, cuando me enteré de que, con la complicidad de los “demócratas” Gustavo Mohme de la República, la CNDDHH, las ONGs “defensoras” de los derechos humanos, el fiscal del Callao acababa de ordenar la cremación del cadáver, aplicando la ley inconstitucional Nro. 31352 emitido por el Congreso naranja.
A este tipo de Justicia en que un juez o fiscal basa sus sentencias no en la Ley, sino en los sentimientos de una población fujimorista, que presiona a la fiscalía para que pisotee la Ley, el constitucionalista Javier Valle Riestra la denomina Justicia Nazy (Fuente: Canal N, entrevista de Javier Valle Riestra con Jaime de Althaus).
La decisión de cremar el cadáver por el gobierno de Castillo, su ministro, los marinos Montoya, Cueto y compañía, nos trae a la memoria el espantoso recuerdo de los hornos crematorios del cuartel Los Cabitos en Ayacucho y los del Pentagonito en Lima, donde calcinaban-al puro estilo nazy- a los detenidos por la dictadura fujimorista. Denunciemos ese terrorismo fujimorista, no lo permitamos para que la historia de horror y barbarie nazis del fujimorismo, no se repita.
Así que no debemos callar ante la barbarie monárquica y las viejas prácticas fascistas de la dictadura de Alberto Fujimori; debemos decirle basta a transgresión de la Ley perpetrado por cualquier gobierno. De lo contrario, nos hacemos cómplices de ello, y esto podría dar pie a que los derechos y libertades de los liberales y demócratas también podrían ser violados. Estaríamos permitiendo que en adelante los cadáveres de la mayoría de peruanos que reclamen sus derechos, también sean cremados. A este respecto, es aleccionadora la poesía compuesta por el pastor Luterano Martín Niemoler, durante la dictadura de Adolfo Hitler en Alemania, cuya justicia nazy persiguió no sólo a los comunistas, sino también a los demócratas, e hizo purgas y segregación racial bajo el pretexto del combate al comunismo judío. He aquí la poesía de Niemoler que debemos tomar en cuenta los verdaderos demócratas para no guardar silencio:

“Cuando los nazis vinieron a llevarse a los comunistas
guardé silencio
porque yo no era comunista.
Cuando encarcelaron a los socialdemócratas
guardé silencio
porque yo no era socialdemócrata.
Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas no protesté
porque yo no era sindicalista.
Cuando vinieron a llevarse a los judíos
no protesté porque yo no era judío.
Cuando vinieron a buscarme
no había nadie más que pudiera protestar.”