Revista Libertad, 8 de setiembre de 2022 (Perú)

Para Manuel Benza Fluker, el golpe de Estado que dio Alberto Fujimori, producido el 5 de abril de 1992, tuvo el propósito de eliminar la Constitución del 79 y elaborar otra Constitución, para instaurar el modelo económico neoliberal. La Organización de los Estados Americanos (OEA), poco después deploró débilmente el golpe, lo cual le otorgó legitimidad internacional a la dictadura fujimorista. No tomó ninguna medida de castigo económico o de otra índole. Y es que, como demostraron líderes de izquierda como el Che Guevara, la OEA ya no representa a los intereses de los países de América Latina, sino los intereses de los EEUU. En consecuencia, no hace caso las instrucciones de los países que se independizan-que dice representar- del domino de los EEUU, sino las de este país del norte.
Luego de un mes del golpe de Estado, el dictador Fujimori se comprometió en sesión de la OEA en Bahamas, a convocar el Congreso Constituyente Democrático (CCD) para cambiar la Constitución (o más bien una falsa Asamblea Constituyente). Es decir, la OEA legitimó la dictadura fujimorista maquillándola con un rostro democrático, y ese maquillaje fue el CCD para cambiar la Constitución política del 79 con la del 93, a la media de los intereses de los EEUU (Consenso de Washington).
El 22 de noviembre del año del golpe se llevaron a cabo las elecciones al “Congreso Constituyente Democrático” (CCD), tras una campaña electoral desigual que “no otorgó a los adversarios de la propuesta de Constitución neoliberal oportunidad de defender sus posiciones”. La Constitución del 93 fue promulgada el 29 de diciembre de 1993 (Benza Pflucker, Manuel Germán, 25 años de neoliberalismo en el Perú. Primera edición, Impreso en Tarea Asociación Gráfica educativa).

Benza Fluker escribe a este respecto: ‘La proximidad entre el golpe de Estado y la convocatoria a una Asamblea constituyente nos muestra que la razón principal de dicho golpe de Estado era la redacción de una nueva Constitución a la medida del ‘Consenso de Washington’ (CW), documento que le fue entregado en Nueva York a Fujimori, presidente electo, por autoridades del Fondo Monetario Internacional (FMI), el Departamento del Tesoro de Estados Unidos de Norteamérica y el Banco Mundial, instituciones controladas por dicho país, días antes de prestar juramento a la presidencia del Perú. El CW había sido confeccionado pocos meses antes por los organismos mencionados, a cargo de John Williamson y representantes del establishment que mencionaremos” (Benza Pflucker, Manuel Germán, 25 años de neoliberalismo en el Perú. Primera edición, Impreso en Tarea Asociación Gráfica educativa).
Previamente, en el mes de noviembre del año 1989, el Instituto Internacional de Economía había realizado una conferencia bajo el título “Latin American Ajustment: How Much Has Happened”, en la que John Williamson (profesor de dicho instituto) “presentó un resumen respecto de las que él consideraba las principales reformas que era necesario formular en Washington para restablecer el crecimiento económico de América Latina”.

En las elecciones generales, en el Perú, fue el candidato Mario Vargas Llosa el que propuso dichas ideas neoliberales, en tanto que el candidato Alberto Fujimori se opuso a ellas en la primera y segunda vuelta electoral. “Gran parte del electorado aprista y de izquierda, sin mediar un pacto con Fujimori, votó contra Vargas Llosa precisamente para evitar las privatizaciones y el Shock” (Benza Pflucker, Manuel Germán, 25 años de neoliberalismo en el Perú. Primera edición, Impreso en Tarea Asociación Gráfica educativa).
La visita del presidente Fujimori recién elegido a Nueva York y su subordinación al CW ayuda a entender por qué su gobierno y el de todos los que lo siguieron (Alejandro Toledo, Alan García, Ollanta Humala Pedro Pablo Kuczinski, Martín Vizcarra, Sagasti, etc), han sido regidos por la misma Constitución neoliberal del 93. Y esta Constitución es la más neoliberal del mundo, en la que el Estado tiene el rol menos protagónico en la protección de la sociedad: la de mayor liberalización de la economía, “lo cual ha estimulado un cambio en la cultura política de un significativo sector de la población, convirtiendo en ‘normal’ o ‘natural’ la percepción de la privatización de servicios públicos básicos, la oferta y la demanda como único mecanismo de fijación de precios, las tendencias a la especulación, y a la inserción subyugada del Perú al poder económico y político transnacional” (Benza Pflucker, Manuel Germán, 25 años de neoliberalismo en el Perú. Primera edición, Impreso en Tarea Asociación Gráfica educativa).
Al asumir el gobierno, Fujimori traicionó a sus electores poniendo en marcha las ideas neoliberales del CW en forma ortodoxa, o más bien, materializó el programa de su contendor en la segunda vuelta, Vargas Llosa. Fujimori había prometido varias veces en su campaña electoral que no privatizaría las empresas públicas y que no produciría un shock en la economía (abrupta y significativa alza de precios de todos los bienes y servicios), “para combatir la hiperinflación que dejaba el gobierno de Alan García”.
De manera que Fujimori aplicó las mismas políticas neoliberales que habían fracasado en Brasil y Argentina. Fernando Collor de Mello, propuso medidas neoliberales del ‘Consenso de Washington’, para controlar la inflación. De Mello fue vacado de la Presidencia de Brasil a través del procedimiento de impeachment. (Benza Pflucker, Manuel Germán, 25 años de neoliberalismo en el Perú, pág. 15. Primera edición, Impreso en Tarea Asociación Gráfica educativa).
Las mismas políticas neoliberales fracasadas las aplicó Carlos Menem desde 1990, cuyas bases eran la implementación de una economía de mercado, la reducción del rol del Estado, “la privatización de las empresas estatales y el despido de miles de trabajadores que fueron perdiendo derechos laborales”. Menem fue derrocado por un pueblo indignado.
Anteriormente, en los años 70, EEUU ya había ensayado su modelo neoliberal en Chile (inspirado en los fascistas economistas Friedrich Hayek y Milton Friedman), a través de un sangriento golpe de Estado, en setiembre de 1973, ejecutado por su títere Augusto Pinochet hasta que fracasó ese modelo. (Benza Pflucker, Manuel Germán, 25 años de neoliberalismo en el Perú, pág. 15. Primera edición, Impreso en Tarea Asociación Gráfica educativa).

Las declaraciones de Friedrich von Hayek al diario El Mercurio de Chile, el 12 de abril de 1981, demuestran que el neoliberalismo generalmente caracteriza a una dictadura y que von Hayek es un economista fascista: “Mi preferencia personal se inclina a una dictadura liberal-dice hayek- y no a un gobierno democrático donde todo liberalismo está ausente (…). Desafortunadamente las democracias están concediendo demasiado poder al Estado. Esa es la razón por la cual soy muy cuidadoso en distinguir entre ‘democracias limitadas’ y ‘democracias ilimitadas’. Y obviamente mi elección es por las ‘democracias limitadas’ (…). Una dictadura puede ser un sistema necesario para un periodo de transición” (Benza Pflucker, Manuel Germán, 25 años de neoliberalismo en el Perú, pág. 16. Primera edición, Impreso en Tarea Asociación Gráfica educativa).
Pflucker confirma el carácter autoritario y corrupto del neoliberalismo: “A mi entender, el neoliberalismo contradice la democracia o la limita, la distorsiona y, en última instancia, la impide, trabando las instituciones estatales.., sustituyendo el concepto y la práctica de servicio por los del lucro, y, a la vez, introduciendo la mayor corrupción en las instituciones estatales en nombre de una supuesta democracia”.
A continuación, en mi próximo artículo, demostraré que el CCD no tuvo consenso o fue postizo y que, en consecuencia, la Constitución del 93 es apócrifa, no es legítima, como dijo el agudo constitucionalista Javier Valle Riestra.